Poema XXVI Sin avisar se cerró la puerta sin tiempo para reaccionar, o retirar alguna maleta con un proyecto de utilidad; como si fuera una lengua muerta derrotada por posteridad o se tratase de una maqueta que no duplica el original. Y queda este libro sin cubierta (y) sin contenido por revelar, con indiscutible como incierta voluntad de encontrar un final. A no ser que esta dichosa puerta no sea más que una entre un millar, generándose más de una oferta (y) varias opciones por explorar.
Entradas populares de este blog
Poema XXXI Sinceramente, ya no me acuerdo si alguna vez hubo primera hora, que lograra atracar en un puerto sin ser impedimento su eslora; si estuvo al alcance de los cuerdos más de una habilidad defensora con la que deshacer desacuerdos como el del crepúsculo y la aurora. Básicamente, yo ya no entiendo lo que atribuyen a una mejora, seguimos siendo esclavos del tiempo u obedientes siervos del ahora (y); queriendo o no seguimos omitiendo toda actitud sobrecogedora que nos lleva a acabar eligiendo entre varios tipos de zozobra.
Poema XXVII Con esa boquita me pides que rece y deje la linde de mi porvenir, no sin reservas, en la mano que mece palabras o frases que están por decir. Con esa boquita me pides que empiece, tan pronto lo ordenes, cualquier acto hostil hacia quien ose sacarte de tus trece que es tentar a la suerte, ya de por sí. Con esa boquita me pides que aleje a veinte mil leguas, al menos, de ti los correveidiles y tejemanejes que tan bien podrían hacerte infeliz. Por esa boquita normal que yo anhele controlar impulso de tu frenesí, y ya si procede nutrirte de mieles bondades, lindezas que quieras oír.
Comentarios
Publicar un comentario