Poema XVIII


Dime princesa, ¿por qué te sonrojas?
si a ti se dirige  este charlatán
¿acaso sus desmedidas lisonjas
logran dibujar sonrisa en tu faz?
¿a qué se debe, que siempre tú escojas
a este estratega cuyo único plan,
es rellenar de palabras su alforja
a cual más ficticia, escasa o fugaz?

Cuenta princesa, ¿cómo es que soportas?
éste, mi cuento de nunca acabar
donde el recuerdo y también la memoria
son esquivados por siempre jamás.
Volviendo irremediablemente corta
nuestra permanencia en el palmeral
dónde  más incontestable victoria
sobre avatares, no tiene lugar.

Habla mi princesa, por esa boca
confirma o desmiente si de verdad
¿lo que producen mis manos ociosas
manifiesta efecto colateral?
si tu ansiedad o suspiros controla
si tu ánimo no consigue minar
lo que producen mis manos ociosas
ni me molesto ni quiero cambiar.
















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