Poema XIX

Prometieron final para la pesadilla
poder recuperar lo anterior al letargo,
que ya no quedaría cabeza de la hidra
si cumplíamos sin rechistar el encargo.

Nos aseguraron que al plantar su semilla
no habría retorno de...ni un sabor  amargo,
sólo el aderezar con azúcar la cidra
que activa y valida más mínimo descargo.

Y va a resultar que la aciaga pesadilla
sólo era una fase de persistente embargo,
difícil de disolver cual cabeza de hidra
quizá por seriedad con que asume su encargo.

Ese de propagar o esparcir la semilla
que se alimenta del rechazo y del hartazgo,
siendo recolector sin igual de desdichas
y precursor del desinterés mecenazgo.





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