Poema XXVII
Con esa boquita me pides que rece
y deje la linde de mi porvenir,
no sin reservas, en la mano que mece
palabras o frases que están por decir.
Con esa boquita me pides que empiece,
tan pronto lo ordenes, cualquier acto hostil
hacia quien ose sacarte de tus trece
que es tentar a la suerte, ya de por sí.
Con esa boquita me pides que aleje
a veinte mil leguas, al menos, de ti
los correveidiles y tejemanejes
que tan bien podrían hacerte infeliz.
Por esa boquita normal que yo anhele
controlar impulso de tu frenesí,
y ya si procede nutrirte de mieles
bondades, lindezas que quieras oír.
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